Tan cerca
Testimonios de Antonio Ballano La inquebrantable voluntad de vencer III

Tan cerca Mi corazón se abre a ti, Es una bella y delicada joya. Mil rayas surcan sus preciosos prismas, Son las heridas de los caminos inciertos.
Allá donde erré, allá donde aprendí. Una nueva raya surca mi corazón, Una nueva herida que cicatrizó. Las cuento por miles.
Míralas bien, son la memoria de una vida. Todo lo que soy se expresa en esa maraña, Todo lo que soy en ese tenue resplandor. Esa maraña de dolor y sufrimiento Fue la piedra angular de mi crecimiento.
Alquimia de la experiencia, Que transformó la fría oscuridad En cálida luz interior.
El contacto con los amigos, con las personas que aprecio, es un verdadero antídoto contra la depresión. La conversación amistosa y sincera, no sólo para olvidarme un poco de mi “alien”, sino también tener la posibilidad de hablar de mi enfermedad con franqueza, compartir sus cosas buenas y malas como una experiencia vital, profunda y reveladora.
Para mí fue una gran lección de solidaridad y reconocimiento la de tantos amigos que se interesaron de forma sincera. Y sobre todo las personas que, tras conflictos que nos habían hecho perder la amistad, vinieron a visitarme, y a recordarme con su presencia que, ante lo verdaderamente importante, todo lo demás… está de más.
La visita de mis jefes en uniforme a entregarme una placa, la de un amigo que incluso se quedó a cuidarme (y no era fácil bregar con la tolva cada poco tiempo). Él llevó a mi madre , casi ciega, que me cuidaba, a descansar a su casa; y su esposa le traía la comida al hospital todos los días…
En fin, para una persona orgullosa como yo supuso una cura de humildad y reconocimiento muy importante. En todos los lugares, en todos los sitios, hay personas de buen corazón que solo necesitan de una oportunidad para demostrarlo. Así uno no se siente solo. No, no se siente solo y eso te da fuerzas para luchar, te da fuerzas para seguir.
Siempre he sido un persona muy independiente, no estaba acostumbrado a estas muestras de cariño pero tengo que rendirme ante este sentimiento de solidaridad y compasión que me desbordó…
Afloran tantos sentimientos y sensaciones, a veces tan contradictorios… Desde el instinto de supervivencia al miedo, a algo que no puedes controlar, que te paraliza y no sabes de dónde viene. Y es una sensación extraña, interior, que tardé en identificar. La angustia que se disfraza de insomnio, la incertidumbre de vivir bajo la amenaza constante de una recaída, otra hospitalización o que el tratamiento se torne ineficaz.
He vivido en mi trabajo en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad situaciones complicadas, pero en todas había un cierto grado de control, técnicas y entrenamiento… En fin, una preparación previa, tanto práctica como psicológica.
Pero, realmente, ¿quién está preparado para afrontar un cáncer avanzado, para vivirlo día a día, momento a momento? Puedo tener mi cuerpo herido, agotado, deshecho tras la quimio o una operación. O sentirme hundido tras una mala noticia después de tanta lucha, pero mi consciencia debe permanecer lúcida hasta el fin, sea cual sea éste. Es la única garantía de que, aún en mitad de la galerna, pueda tener paz para intentar aceptar y afrontar con serenidad mi destino.