elcorreogallego.es: Abordamos el tema de la muerte sin dogmas
Desde que tengo recuerdos, siempre ha estado presente en mí la perplejidad existencial

Desde que tengo recuerdos, siempre ha estado presente en mí la perplejidad existencial, el asombro por lo que somos y por el hecho de que vamos a morir. Sin embargo, lo que más me marcó fue la experiencia de acompañar durante cinco años a mi madre hasta su muerte, en estado comatoso debido a un traumatismo. Fue una experiencia altamente transformadora, y muy comprometida a nivel existencial. Solamente muchos años más tarde pude comprender los condicionantes de lo que viví en el hospital con mi madre.
¿Cuándo te incorporaste al proyecto de Vivir un Buen Morir?
La creciente conciencia de la importancia de cuidar adecuadamente a las personas que están en trance de muerte ha estado presente en mí desde muy joven, comprendiendo con los años que nuestra sanación psicológica como seres humanos, a nivel individual y colectivo, pasa por afrontar con realismo y sabiduría la ineludible realidad de la muerte.
En 2007 constituí la Fundación VBM, Vivir un Buen Morir, para promover una pedagogía social que clarifique qué es un buen morir y cómo podemos acompañar con calidad a los que están muriendo, difundiendo y promoviendo el concepto de cuidados paliativos de calidad, para afrontar socialmente la muerte desde la calma y con el propósito de esclarecer con atención y sin prisa los aspectos conscientes e inconscientes que se movilizan a nivel individual y colectivo ante la realidad de la muerte.
¿Cuál es la filosofía de esta fundación?
Durante milenios, la muerte ha sido considerada un fenómeno natural, cuya ritualización por todas las religiones y culturas, ha facilitado su aceptación. Sin embargo, en nuestra sociedad actual, huérfana de referentes y valores, el problema de la muerte se ha convertido en el tabú más importante, ya que se vive como un fracaso a todos los niveles (médico, personal y social). Este hecho condiciona intensamente la vivencia de los que mueren y de los que quedan. Por ello, identificar qué entendemos por una buena muerte se ha convertido en uno de los temas sociales más controvertidos y difíciles de abordar en nuestros días.
Abordamos el tema de la propia muerte y la del otro con libertad de conciencia, sin dogmas religiosos ni culturales. Cada persona, cada situación, es única, y sólo en el contacto directo con ella es posible sentir qué es lo apropiado en cada momento. Esto requiere un ejercicio de escucha interior profunda y valentía.
La evidencia de que, tarde o temprano, todos vamos a morir, ha generado siempre en el ser humano diferentes actitudes. Estas van desde la negación y el rechazo, como estrategias para eludir consciente o inconscientemente la idea de la muerte, hasta su reconocimiento como medida del valor de la propia vida. Resulta difícil tomar conciencia de los condicionamientos educativos y sociales que configuran la propia actitud ante este tema esencial de la existencia y que, en la mayoría de los casos, añaden un sufrimiento, a veces intolerable, al propio hecho natural de morir.
Realizar un acompañamiento de calidad a los que están en el trance de la muerte no solo es el mayor don de caridad que se puede hacer por una persona. También, y muy especialmente, nos enseña a vivir con autenticidad, o lo que es lo mismo, a ser felices. Pero ¿cómo podemos acompañar para facilitar un buen morir? ¿qué entendemos por un buen morir? De esto tratan todas las actividades que realiza la Fundación VBM.
Vuestra acción se articula en tres áreas: divulgación, formación y asistencia. ¿Cuál crees que es más importante?
Sí, la Fundación VBM trabaja en tres áreas: divulgación, formación y acompañamiento. Son tres pilares fundamentales para entender nuestra labor. Necesitamos una pedagogía social de afrontamiento de las pérdidas que favorezca la autorreflexión y el respeto al otro, que nos recuerde que la gestión del cuidado en el final de la vida es intransferible, que no la podemos endosar en exclusiva a los profesionales (socio)sanitarios, que por otra parte, no han sido formados hasta ahora para ello.
Realizamos conferencias y foros de encuentro de entrada gratuita donde legitimar un discurso social que favorezca la cordura en el afrontamiento de la muerte, no la huida y la negación.
Hemos desarrollado un programa formativo en ocho módulos de 12 horas lectivas cada uno, dos retiros experienciales anuales, donde desplegamos un mapa cognitivo para orientarse y espacios para la autoexploración, para aprender experiencialmente la posición subjetiva del paciente terminal y la mejor forma de cuidarle y respetarle. También adaptamos cursos específicos para colectivos sociosanitarios.
Disponemos de Voluntariado VBM y de profesionales sanitarios en red VBM con los que atender las peticiones de acompañamiento que recibimos.
Te trasladas a Santiago para ofrecer una conferencia en la Biblioteca Ánxel Casal ¿Qué puntos vas a tratar en esta conferencia?
En la conferencia de Santiago vamos a reflexionar juntos sobre qué entendemos cada uno por un buen morir, y el respeto del otro en su subjetividad en este tema. Vamos a promover el conocimiento de lo que significan unos cuidados paliativos integrales, con calidad de presencia, y atendiendo a las dimensiones humanas en las que se sucede el proceso de morir: a nivel fisico, psicoemocional , cognitivo y espiritual. Vamos a hablar de lo que estamos compartimos en esta entrevista.
Y sobre todo vamos a tratar de discernir cuándo es el momento de parar y permitir que la naturaleza siga su curso con el minimo sufrimiento posible, promoviendo también el conocimiento de la legislacion vigente en Galicia en materia de muerte digna y el Documento de Voluntades Anticipadas.
¿Cuáles son las pautas fundamentales para un Buen Morir?
Una persona que está en proceso de morir necesita comunicación auténtica con los que le rodean, que no haya mentiras; ser tratado con dignidad y respeto exquisito hacia su voluntad, sea cual sea. Necesita resolver sus asuntos pendientes, materiales y emocionales; a veces necesitamos que los demás nos recuerden cuán valiosos hemos sido para la vida y para nuestros seres queridos.Necesitamos que nuestros seres queridos nos den permiso para morirnos, que nos dejen libres y nos aseguren que estarán bien cuando faltemos. Necesitamos la confianza y la aceptación de los demás en el proceso de morir: es mucho más difícil estar en calma y soltar los aferramientos necesarios para partir si a nuestro alrededor solamente hay personas que tienen miedo y huyen física o mentalmente de esta realidad.
Pero, sobre todo, necesitamos aprender a soltar cualquier aferramiento, y entregarnos confiados a lo que parece ser un cambio profundo en la naturaleza de nuestra consciencia, la gran transformación.
La buena muerte es la que se acepta íntimamente, y para ello hay que ser consciente de que llega, pudiéndolo compartir con los seres queridos. Al mismo tiempo necesitamos poder contar con una analgesia completa para el dolor, y eso es técnicamente posible, como informa la buena praxis en cuidados paliativos, así como adecúar los cuidados físicos a cada momento del proceso, con el respeto a la voluntad de la persona en el centro de cada actuación médica.
¿Crees que la muerte es un tema del que se habla poco o que está suficientemente presente en nuestras vidas?
En realidad no es tanto que en nuestra sociedad no haya cultura y conocimientos sobre el tema, sino que la actitud social generalizada frente a la muerte es de negación, es algo que incomoda y que se relega a los especialistas. La sociedad de consumo ha generado una actitud de empobrecimiento existencial por promover una huida de aquello que nos desagrada y el consumo de lo que nos procura experiencias agradables. Así, la reflexión sobre la muerte y el valor que le confiere a la vida queda fuera de toda reflexión compartida, y solamente la vemos en la realidad virtual de los telediarios y otros medios de comunicación de masas (como si fuera ajena a nosotros y solo les pasara a los demás).
Incluso en los funerales se relega a los especialistas y prácticamente se esconde el cadaver; ya casi nadie ve en un velatorio el rostro real de la muerte, lo cual lejos de ser perjudicial, es aconsejable para la elaboración del duelo sano y la maduración como seres humanos adultos.
Para afrontar la muerte necesitamos retornar a las enseñanzas heredadas de las antiguas tradiciones de las diferentes culturas humanas (ya que la nuestra es una sociedad multicultural) y actualizarlas con el bagaje de conocimientos técnicos y psicoterapéuticos que ahora tenemos en el siglo XXI. Es un desafío postmoderno que tenemos que afrontar y resolver.
Fuente: elCorreoGallego.es