Gotas de lluvia
Por Pilar Escolano

Es interesante observar cómo las gotas del frío y escurridizo vidrio en un día de lluvia empiezan muy dispersas y salpicadas en el cristal, de apariencia autónoma e individual. Mas llega un momento en el que una gota lidera la retahíla de la fusión de varias, en el que a esa gota se le aúnan más y más puntitas de agua y todas corretean a modo de lágrima caminando igual y son dirigidas por la gravedad a la misma dirección.
Así ocurrió en el Taller de Acercamiento al Buen Morir, todos y todas comenzamos dispersos y dispersas, sin una aparente relación, con la visión de ser seres individuales y separados en el frío vidrio de la vida. Sin embargo, la calidez, el trato impecable y maternal y la sabiduría de Mar dejaba claro que la gota guía tenía el gran peso empírico a seguir. En consecuencia, todos y todas nos dejamos deslizar por el cristal, hasta seguir el camino trazado por Mar.
Lo cierto es que al realizar ese paso se percibió un cambio en general, ya no nos veíamos con los sencillos ojos del rostro, ahora se atisbaba una mirada más profunda, sus raíces eran de otra naturaleza. El estruendo metálico se hizo presente cuando comenzaron a caer corazas, aunque al mismo tiempo, el alivio y la ligereza pululaban por el Dojo con transparencia y de señorial porte. Donde se inició la sonrisa finalizó la carcajada, donde se inició el contacto finalizó la caricia y el cariño, donde se inició el miedo finalizó un soltar, una sabiduría, una valentía… Hasta llegar a formar una extensa lágrima en la que comprendimos no solo la interdependencia que había entre nosotros y nosotras sino que simplemente todos y todas somos una unidad que formamos parte de la misma en apariencia independiente más en esencia recorriendo el mismo camino circular de la vida y de la muerte.
Pilar Escolano